domingo, 13 de junio de 2010

El Mundial del 38




Max Theil er descubría la vacuna contra la fiebre amarilla, nacía la fotografía en colores, Walt Disney estrenaba Blancanieves, Einsestein filmaba Alejandro Nevski. El nailon, recién inventado por un profesor de Harvard, empezaba a convertirse en paracaídas y medias de mujer.

Se suicidaban los poetas argentinos Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones. Lázaro Cárdenas nacionalizaba el petróleo en México y enfrentaba el bloqueo y otras furias de las potencias occidentales. Orson Welles inventaba una invasión de los marcianos a los Estados Unidos y la transmitía por rad io, para asustar incautos, mientras la Standard Oil exigía que los Estados Unidos invadieran México de verdad, para castigar el sacrilegio de Cárdenas y prevenir el mal ejemplo.

En Italia se redactaba el Manifiesto sobre la raza, empezaban los atentados antisemitas, Alemania ocupaba Austria, Hitler se dedicaba a cazar judíos y a devorar territorios. El gobierno inglés enseñaba a los ciudadanos a defenderse de los gases asfixiantes y mandaba acopiar alimentos. F ranco acorralaba los últimos bastiones de la república española y el Vaticano reconocía su gobierno. César Vallejo moría en París, quizás con aguacero, mientras Sartre publicaba La náusea. Y ahí, en París, donde Picasso exhibía su Guernica denunciando el tiempo de la infamia, se inauguraba el tercer Campeonato Mundial de Fútbol bajo la sombra acechante de la guerra que se venía. En el estadio de Colombes, el presidente de Francia, Albert Lebrun, dio el puntapié inicial: apuntó a la pelota, pero pegó en el suelo.

Como el anteri or, éste fue un campeonato de Europa, Sólo dos países americanos, y once europeos, participaron en el Mundial del 38. La selección de Indonesia, que todavía se llamaba Indias Holandesas, llegó a París en solitaria representación de todo el resto del planeta.

Alemania incorporó cinco jugadores de la recién anexada Austria. La escuadra alemana así reforzada irr umpió dándose aires de muy imbatible, con la cruz esvástica en el pecho y toda la simbología nazi del poder, pero tropezó y cayó ante la modesta Suiza. La derrota alemana ocurrió pocos días antes de que la supremacía aria sufriera un duro golpe en Nueva York, cuando el boxeador negro Joe Louis pulverizó al campeón germano Max Schmeling.

Italia, en camb io, repitió su campaña de la Copa anterior. En las semifinales, los azzurri derrotaron al Brasil. Hubo un penal dudoso, los brasileños protestaron en vano. Como en el 34, todos los arbitros eran europeos.

Después llegó la final, que Italia disputó contra Hungría. Para Mussolini, este triunfo era una cuestión de E stado. En la víspera, los jugadores italianos recibieron, desde Roma, un telegrama de tres palabras, firmado por el jefe del fascismo: Vencer o morir. No hubo necesidad de morir, porque Italia ganó 4 a 2. Al día siguiente, los vencedores vistieron uniforme militar en la ceremonia de celebración, que el Duce presidió.

El diario La Gazzetta dello Sport exaltó entonces «la apoteosis del deporte fascista en esta victoria de la raza». Poco antes, la prensa oficial italiana había celebrado así la derrota de la selección bras ileña: «Saludamos el triunfo de la itálica inteligencia sobre la fuerza bruta de los negros».

La prensa internacional eligió, mientras tanto, a los mejores jugadores del torneo. Entre ellos, dos negros, Leônida s y Domingos da Guia. Leônidas fue, además, el goleador, con ocho tantos, seguido por el húngaro Zsengeller, con siete. De los goles de Leônidas, el más hermoso fue hecho contra Polonia, a pie descalzo. Leônidas había perdido el zapato, en el barro del área, bajo la lluvia torrencial.

El equipo italiano campeón en 1938

HISTORIA DEL FÚTBOL- PARTE VI: Mundial de Fútbol de Francia (1938)

Mundial de Fútbol de Francia (1938)

El tercer mundial de fútbol, tal como lo había soñado Jules Rimet, presidente de la FIFA y considerado el ''padre de los mundiales'', se realizó en Francia, su país natal.
Este mundial se disputó, al igual que el de Italia, a eliminación directa, partiendo de octavos de final.
De los inconvenientes de esta ocasión se pueden desatacar: la negación del seleccionado uruguayo a participar, el retiro de Argentina y la no presentación de Austria que dejó sin contrincante a Suecia en su primer partido. El seleccionado de Cuba y el de las Indias Orientales Holandesas reemplazaron a los dos equipos sudamericanos ausentes.
Esta vez, no hubo campeón local, como los mundiales anteriores, ya que Francia fue eliminado por Italia en cuartos de final (3 a 1 fue el resultado). El seleccionado cubano logró pasar la primera fase, pero cayó 8 a 0 ante Suecia en cuartos de final.
En esta oportunidad comenzaba a mostrarse el poderío brasilero. Sin embargo no le alcanzó para llegar a la final ya que Brasil fue derrotado en semifinales por Italia por 2 a 1 La otra semifinal enfrentó a Suecia y Hungría con triunfo del seleccionado húngaro por 5 a 1.
El seleccionado italiano se consagró por segunda vez consecutiva campeón del mundial de fútbol venciendo a Hungría por 4 a 2 en una intensa final ante 45.000 espectadores. Fue el primer bicampeón en la historia de los mundiales.
La cuarta Copa Mundial de la FIFA tendría que haberse disputado en 1942, pero no fue posible debido a la Segunda Guerra Mundial. De esta manera, el cuarto mundial se disputó en 1950, y fue en Brasil, ya que era el único candidato para organizarlo. Tendría que haberse realizado en 1949, pero se postergó al año siguiente por las consecuencias que había dejado la guerra en los países europeos.

El Mundial del 34 en EL FÚTBOL A SOL Y A SOMBRA de EDUARDO GALEANO

EL Mundial del 34

Johnny Weissmüller lanzaba su primer aullido de Tarzán, el primer desodorante industrial aparecía en el mercado, la policía de Louisiana acribillaba a balazos a Bonnie and Clyde. Bolivia y Paraguay, los dos países más pobres de América del Sur, se desangraban disputando el petróleo del Chaco en nombre de la Standard Oil y la Shell. Sandino, que había vencido a los marines en Nicaragua, caía acribillado en una emboscada y Somoza, el asesino, iniciaba su dinastía. Mao desataba la larga marcha de la revolución en los campos de China. En Alemania, Hitler se consagraba Führer del Tercer Reich y promulgaba la ley en defensa de la raza aria, que obligaba a esterilizar a los enfermos hereditarios y a los criminales, mientras que Mussolini inauguraba, en Italia, el segundo Campeonato Mundial de Fútbol. Los carteles del campeonato mostraban un hércules que hacía el saludo fascista con una pelota a sus pies. El Mundial del 34 en Roma fue, para il Duce, una gran operación de propaganda. Mussolini asistió a todos los partidos desde el palco de honor, el mentón alzado hacia las tribunas repletas de camisas negras, y los once jugadores del equipo italiano le dedicaron sus victorias con la palma extendida.

Pero el camino hacia el título no resultó fácil. El partido entre Italia y España fue el más triturador de la historia de los mundiales: la batalla duró 210 minutos y terminó al día siguiente, cuando varios jugadores habían quedado fuera de combate por las heridas de guerra o porque ya no daban más. Ganó Italia, sin cuatro de sus jugadores titulares. España terminó con siete titulares menos. Entre los españoles lastimados, estaban los dos mejores: el atacante Lángara y el arquero Zamora, el que hipnotizaba en el área.

En el estadio del partido Nacional Fascista, Italia disputó contra Checoslovaquia la final del campeonato. Ganó en el alargue, 2 a 1. Dos jugadores argentinos, recién nacionalizados italianos, aportaron lo suyo: Orsi metió el primer gol, gambeteando al arquero, y otro argentino, Guaita, sirvió el pase del gol de Schiavio que brindó a Italia su primera Copa mundial.

En el 34, participaron dieciséis países: doce europeos, tres americanos y Egipto, solitario representante del resto del mundo. El campeón, Uruguay, se negó a viajar, porque Italia no había venido al primer Mundial en Montevideo.

Detrás de Italia y Checoslovaquia, Alemania y Austria ganaron el tercer y cuarto puesto. El jugador checoslovaco Nejedly fue el goleador, con cinco tantos, seguido por Conen, de Alemania, y Schiavio, de Italia, con cuatro.

ITALIA` 34
ITALIA: SELECCIONADO CAMPEÓN

HISTORIA DEL FÚTBOL- PARTE V: Mundial de Fútbol de Italia (1934)

Mundial de Fútbol de Italia (1934)

Para este mundial se buscaba la participación de 16 equipos y había 34 selecciones dispuestas a participar, por lo tanto se tuvieron que realizar eliminatorias por primera vez. Solamente participaron 4 seleccionados no europeos: Argentina, Brasil, Estados Unidos y Egipto.
Esta edición del torneo sufriría un cambio de formato. Se abandonaba la fase de grupos para que sean de eliminación directa. Si el partido terminaba empatado, se jugaba el tiempo suplementario de 30 minutos y de seguir empatados, se debía jugar un partido desempate. Este torneo fue utilizado por Benito Mussolini como propaganda fascista.
En este mundial fueron eliminados, tras su debut, los seleccionados de Argentina, Brasil, Estados Unidos y Egipto.
En cuartos de final, el dato más relevante es que Italia y España tuvieron que jugar un partido desempate (que ganó 1 a 0 el equipo local) debido a que empataron 1 a 1 en su primer partido.
En semifinales, el primer partido enfrentó a un fuerte equipo checoslovaco con Alemania, con victoria del primero por 3 a 1 (Nejedly hizo los goles para Checoslovaquia y Noack el gol alemán). Italia también hizo lo suyo en la semifinal y derrotó a Austria por 1 a 0 con gol de Guaita.
La final de este mundial coronó nuevamente al país organizador: Italia venció a Checoslovaquia 2 a 1 con goles de Orsi y Schiavio, en tiempo extra. Puc había empatado el partido convirtiendo el

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El Mundial del 30

Un terremoto sacudía el sur de Italia enterrando a mil quinientos napolitanos, Marlene Dietrich interpretaba El ángel azul, Stalin culminaba su usurpación de la revolución rusa, se suicidaba el poeta Vladimir Maiakovski. Los ingleses arrojaban a la cárcel a Mahatma Gandhi, que exigía la independencia y queriendo patria había paralizado a la India, mientras bajo las mismas banderas Augusto César Sandino alzaba a los campesinos de Nicaragua en las otras Indias, las nuestras, y los marines norteamericanos intentaban vencerlo por hambre incendiando las siembras.

En los Estados Unidos había quien bailaba el reciente boogie-woogie, pero la euforia de los locos años 20 había sido noqueada por los feroces golpes de la crisis del 29. La bolsa de Nueva York había caído a pique y en derrumbe había volteado los precios internacionales y estaba arrastrando al abismo a varios gobiernos latinoamericanos. En el despeñadero de la crisis mundial, la ruina del precio del estaño tumbaba al presidente Hernando Siles, en Bolivia, y colocaba en su lugar a un general, mientras el desplome de los precios de la carne y el trigo derribaban al presidente Hipólito Yrigoyen, en la Argentina, y en su lugar instalaba a otro general. En la República Dominicana, la caída del precio de la azúcar habría el largo ciclo de la dictadura del también general Rafael Leónidas Trujillo, que inauguraba su poder bautizando con su nombre a la capital y al puerto.

En el Uruguay, el Golpe de Estado iba a estallar tres años después. En 1930, el país sólo tenía ojos y oídos para el primer Campeonato Mundial de Fútbol. Las victorias uruguayas en las dos últimas olimpíadas, disputadas en Europa, habían convertido al Uruguay en el inevitable anfitrión del primer torneo.

Doce naciones llegaron al puerto de Montevideo. Toda Europa estaba invitada, pero sólo cuatro seleccionados europeos atravesaron el océano hacia estas playas del sur:

—Eso está muy lejos de todo —decían en Europa— y el pasaje sale caro.

Un barco trajo desde Francia el trofeo Jules Rimet, acompañado por el propio don Jules, presidente de la FIFA, y por la selección francesa de fútbol, que vino a regañadientes

Uruguay estrenó con bombos y platillos un monumental escenario construido en ocho meses. El estadio se llamó Centenario, para celebrar el cumpleaños de la Constitución que un siglo antes había negado los derechos civiles a las mujeres, a los analfabetos y a los pobres. En las tribunas no cabía un alfiler cuando Uruguay y Argentina disputaron la final del campeonato. El estadio era un mar de sombreros de paja. También los fotógrafos usaban sombreros, y cámaras con trípode. Los arqueros llevaban gorras y el juez lucía un bombachudo negro que le cubría las rodillas.

La final del Mundial del 30 no mereció más que una columna de veinte líneas en el diario italiano La Gazzetta dello Sport. Al fin y al cabo, se estaba repitiendo la historia de las Olimpíadas de Amsterdam, en 1928; los dos países del río de la Plata ofendían a Europa mostrando dónde estaba el mejor fútbol del mundo.

Como en el 28, Argentina quedó en segundo lugar. Uruguay, que iba perdiendo 2 a 1 en el primer tiempo, acabó ganando 4 a 2 y de consagró campeón. Para arbitra la final, el belga John Langenus había exigido un seguro de vida, pero no ocurrió nada más grave que algunas trifulcas en las gradas. Después, un gentío apedreó el consulado uruguayo en Buenos Aires.

El tercer lugar del campeonato correspondió a los Estados unidos, que contaban en sus filas con unos cuantos jugadores escoceses recién nacionalizados, y el cuarto puesto fue para Yugoslavia.

Ni un solo partido terminó empatado. El argentino Stábile encabezó la lista de goleadores, con ocho tantos, seguido por el uruguayo Cea, con cinco. El francés Louis Laurent hizo el primer gol de las historia de los mundiales, jugando contra México.



SELECCIONADO CAMPEÓN

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HISTORIA DEL FÚTBOL- PARTE IV: Mundial de Fútbol de Uruguay (1930)

Mundial de Fútbol de Uruguay (1930)

Además de Francia, Bélgica, Yugoslavia y Rumania, participaron México y Estados Unidos y seis selecciones de Sudamérica (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Perú y Uruguay). Se armaron cuatro grupos, uno con cuatro equipos y los restantes con tres. El primero de cada grupo clasificaba a las semifinales.
La idea era que todos los partidos se disputen en el estadio Centenario, construido para la ocasión. Sin embargo, al no haber finalizado la construcción del estadio, debido a las fuertes lluvias que precedieron al torneo, los primeros partidos debieron jugarse en otros estadios y el Centenario se inauguró en el sexto partido del campeonato.
En las semifinales Argentina venció a Estados Unidos por 6 a 1 (goles de Monti, Scopelli, Stábile y Peucelle, estos últimos en dos ocasiones; Brown descontó para el equipo norteamericano sobre el final del partido). La otra semifinal enfrentó al seleccionado local frente a Yugoslavia, con triunfo de Uruguay por 6 a 1. Los goles del equipo local los hicieron Iriarte, Cea en tres ocasiones y Anselmo en dos. Sekulic había abierto la cuenta para el seleccionado europeo al comienzo del partido. En este mundial no hubo partido por el tercer puesto, ya que Yugoslavia se retiró del mundial luego de la derrota con el equipo uruguayo, en forma de protesta por el arbitraje en la semifinal, donde le anularon un gol que era válido.
La final la jugaron Uruguay y Argentina. Se impuso el equipo local por 4 a 2 con goles de Dorado, Cea, Iriarte y Castro. Para el seleccionado argentino convirtieron Peucelle y Stábile.
Como anécdota, se puede desatacar que en la primera fase de este mundial se registró el partido con menos espectadores en la historia de los mundiales: el partido que Rumania venció a Perú por 3 a 1, el 14 de julio de 1930, en el estadio Pocitos de Montevideo con 300 espectadores.
Los candidatos para ser sede de este segundo mundial eran Italia y Suecia. El comité ejecutivo de la FIFA optó por Italia para que organice el segundo campeonato mundial de fútbol. La Asociación Uruguaya se había sentido muy ofendida por la escasa participación de seleccionados Europeos en su mundial por lo que decide no participar en el mundial de Italia, fue la primera y última vez que el campeón no se presentó a defender su título en el mundial siguiente.