domingo, 13 de junio de 2010

El Mundial del 38




Max Theil er descubría la vacuna contra la fiebre amarilla, nacía la fotografía en colores, Walt Disney estrenaba Blancanieves, Einsestein filmaba Alejandro Nevski. El nailon, recién inventado por un profesor de Harvard, empezaba a convertirse en paracaídas y medias de mujer.

Se suicidaban los poetas argentinos Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones. Lázaro Cárdenas nacionalizaba el petróleo en México y enfrentaba el bloqueo y otras furias de las potencias occidentales. Orson Welles inventaba una invasión de los marcianos a los Estados Unidos y la transmitía por rad io, para asustar incautos, mientras la Standard Oil exigía que los Estados Unidos invadieran México de verdad, para castigar el sacrilegio de Cárdenas y prevenir el mal ejemplo.

En Italia se redactaba el Manifiesto sobre la raza, empezaban los atentados antisemitas, Alemania ocupaba Austria, Hitler se dedicaba a cazar judíos y a devorar territorios. El gobierno inglés enseñaba a los ciudadanos a defenderse de los gases asfixiantes y mandaba acopiar alimentos. F ranco acorralaba los últimos bastiones de la república española y el Vaticano reconocía su gobierno. César Vallejo moría en París, quizás con aguacero, mientras Sartre publicaba La náusea. Y ahí, en París, donde Picasso exhibía su Guernica denunciando el tiempo de la infamia, se inauguraba el tercer Campeonato Mundial de Fútbol bajo la sombra acechante de la guerra que se venía. En el estadio de Colombes, el presidente de Francia, Albert Lebrun, dio el puntapié inicial: apuntó a la pelota, pero pegó en el suelo.

Como el anteri or, éste fue un campeonato de Europa, Sólo dos países americanos, y once europeos, participaron en el Mundial del 38. La selección de Indonesia, que todavía se llamaba Indias Holandesas, llegó a París en solitaria representación de todo el resto del planeta.

Alemania incorporó cinco jugadores de la recién anexada Austria. La escuadra alemana así reforzada irr umpió dándose aires de muy imbatible, con la cruz esvástica en el pecho y toda la simbología nazi del poder, pero tropezó y cayó ante la modesta Suiza. La derrota alemana ocurrió pocos días antes de que la supremacía aria sufriera un duro golpe en Nueva York, cuando el boxeador negro Joe Louis pulverizó al campeón germano Max Schmeling.

Italia, en camb io, repitió su campaña de la Copa anterior. En las semifinales, los azzurri derrotaron al Brasil. Hubo un penal dudoso, los brasileños protestaron en vano. Como en el 34, todos los arbitros eran europeos.

Después llegó la final, que Italia disputó contra Hungría. Para Mussolini, este triunfo era una cuestión de E stado. En la víspera, los jugadores italianos recibieron, desde Roma, un telegrama de tres palabras, firmado por el jefe del fascismo: Vencer o morir. No hubo necesidad de morir, porque Italia ganó 4 a 2. Al día siguiente, los vencedores vistieron uniforme militar en la ceremonia de celebración, que el Duce presidió.

El diario La Gazzetta dello Sport exaltó entonces «la apoteosis del deporte fascista en esta victoria de la raza». Poco antes, la prensa oficial italiana había celebrado así la derrota de la selección bras ileña: «Saludamos el triunfo de la itálica inteligencia sobre la fuerza bruta de los negros».

La prensa internacional eligió, mientras tanto, a los mejores jugadores del torneo. Entre ellos, dos negros, Leônida s y Domingos da Guia. Leônidas fue, además, el goleador, con ocho tantos, seguido por el húngaro Zsengeller, con siete. De los goles de Leônidas, el más hermoso fue hecho contra Polonia, a pie descalzo. Leônidas había perdido el zapato, en el barro del área, bajo la lluvia torrencial.

El equipo italiano campeón en 1938

HISTORIA DEL FÚTBOL- PARTE VI: Mundial de Fútbol de Francia (1938)

Mundial de Fútbol de Francia (1938)

El tercer mundial de fútbol, tal como lo había soñado Jules Rimet, presidente de la FIFA y considerado el ''padre de los mundiales'', se realizó en Francia, su país natal.
Este mundial se disputó, al igual que el de Italia, a eliminación directa, partiendo de octavos de final.
De los inconvenientes de esta ocasión se pueden desatacar: la negación del seleccionado uruguayo a participar, el retiro de Argentina y la no presentación de Austria que dejó sin contrincante a Suecia en su primer partido. El seleccionado de Cuba y el de las Indias Orientales Holandesas reemplazaron a los dos equipos sudamericanos ausentes.
Esta vez, no hubo campeón local, como los mundiales anteriores, ya que Francia fue eliminado por Italia en cuartos de final (3 a 1 fue el resultado). El seleccionado cubano logró pasar la primera fase, pero cayó 8 a 0 ante Suecia en cuartos de final.
En esta oportunidad comenzaba a mostrarse el poderío brasilero. Sin embargo no le alcanzó para llegar a la final ya que Brasil fue derrotado en semifinales por Italia por 2 a 1 La otra semifinal enfrentó a Suecia y Hungría con triunfo del seleccionado húngaro por 5 a 1.
El seleccionado italiano se consagró por segunda vez consecutiva campeón del mundial de fútbol venciendo a Hungría por 4 a 2 en una intensa final ante 45.000 espectadores. Fue el primer bicampeón en la historia de los mundiales.
La cuarta Copa Mundial de la FIFA tendría que haberse disputado en 1942, pero no fue posible debido a la Segunda Guerra Mundial. De esta manera, el cuarto mundial se disputó en 1950, y fue en Brasil, ya que era el único candidato para organizarlo. Tendría que haberse realizado en 1949, pero se postergó al año siguiente por las consecuencias que había dejado la guerra en los países europeos.

El Mundial del 34 en EL FÚTBOL A SOL Y A SOMBRA de EDUARDO GALEANO

EL Mundial del 34

Johnny Weissmüller lanzaba su primer aullido de Tarzán, el primer desodorante industrial aparecía en el mercado, la policía de Louisiana acribillaba a balazos a Bonnie and Clyde. Bolivia y Paraguay, los dos países más pobres de América del Sur, se desangraban disputando el petróleo del Chaco en nombre de la Standard Oil y la Shell. Sandino, que había vencido a los marines en Nicaragua, caía acribillado en una emboscada y Somoza, el asesino, iniciaba su dinastía. Mao desataba la larga marcha de la revolución en los campos de China. En Alemania, Hitler se consagraba Führer del Tercer Reich y promulgaba la ley en defensa de la raza aria, que obligaba a esterilizar a los enfermos hereditarios y a los criminales, mientras que Mussolini inauguraba, en Italia, el segundo Campeonato Mundial de Fútbol. Los carteles del campeonato mostraban un hércules que hacía el saludo fascista con una pelota a sus pies. El Mundial del 34 en Roma fue, para il Duce, una gran operación de propaganda. Mussolini asistió a todos los partidos desde el palco de honor, el mentón alzado hacia las tribunas repletas de camisas negras, y los once jugadores del equipo italiano le dedicaron sus victorias con la palma extendida.

Pero el camino hacia el título no resultó fácil. El partido entre Italia y España fue el más triturador de la historia de los mundiales: la batalla duró 210 minutos y terminó al día siguiente, cuando varios jugadores habían quedado fuera de combate por las heridas de guerra o porque ya no daban más. Ganó Italia, sin cuatro de sus jugadores titulares. España terminó con siete titulares menos. Entre los españoles lastimados, estaban los dos mejores: el atacante Lángara y el arquero Zamora, el que hipnotizaba en el área.

En el estadio del partido Nacional Fascista, Italia disputó contra Checoslovaquia la final del campeonato. Ganó en el alargue, 2 a 1. Dos jugadores argentinos, recién nacionalizados italianos, aportaron lo suyo: Orsi metió el primer gol, gambeteando al arquero, y otro argentino, Guaita, sirvió el pase del gol de Schiavio que brindó a Italia su primera Copa mundial.

En el 34, participaron dieciséis países: doce europeos, tres americanos y Egipto, solitario representante del resto del mundo. El campeón, Uruguay, se negó a viajar, porque Italia no había venido al primer Mundial en Montevideo.

Detrás de Italia y Checoslovaquia, Alemania y Austria ganaron el tercer y cuarto puesto. El jugador checoslovaco Nejedly fue el goleador, con cinco tantos, seguido por Conen, de Alemania, y Schiavio, de Italia, con cuatro.

ITALIA` 34
ITALIA: SELECCIONADO CAMPEÓN

HISTORIA DEL FÚTBOL- PARTE V: Mundial de Fútbol de Italia (1934)

Mundial de Fútbol de Italia (1934)

Para este mundial se buscaba la participación de 16 equipos y había 34 selecciones dispuestas a participar, por lo tanto se tuvieron que realizar eliminatorias por primera vez. Solamente participaron 4 seleccionados no europeos: Argentina, Brasil, Estados Unidos y Egipto.
Esta edición del torneo sufriría un cambio de formato. Se abandonaba la fase de grupos para que sean de eliminación directa. Si el partido terminaba empatado, se jugaba el tiempo suplementario de 30 minutos y de seguir empatados, se debía jugar un partido desempate. Este torneo fue utilizado por Benito Mussolini como propaganda fascista.
En este mundial fueron eliminados, tras su debut, los seleccionados de Argentina, Brasil, Estados Unidos y Egipto.
En cuartos de final, el dato más relevante es que Italia y España tuvieron que jugar un partido desempate (que ganó 1 a 0 el equipo local) debido a que empataron 1 a 1 en su primer partido.
En semifinales, el primer partido enfrentó a un fuerte equipo checoslovaco con Alemania, con victoria del primero por 3 a 1 (Nejedly hizo los goles para Checoslovaquia y Noack el gol alemán). Italia también hizo lo suyo en la semifinal y derrotó a Austria por 1 a 0 con gol de Guaita.
La final de este mundial coronó nuevamente al país organizador: Italia venció a Checoslovaquia 2 a 1 con goles de Orsi y Schiavio, en tiempo extra. Puc había empatado el partido convirtiendo el

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El Mundial del 30

Un terremoto sacudía el sur de Italia enterrando a mil quinientos napolitanos, Marlene Dietrich interpretaba El ángel azul, Stalin culminaba su usurpación de la revolución rusa, se suicidaba el poeta Vladimir Maiakovski. Los ingleses arrojaban a la cárcel a Mahatma Gandhi, que exigía la independencia y queriendo patria había paralizado a la India, mientras bajo las mismas banderas Augusto César Sandino alzaba a los campesinos de Nicaragua en las otras Indias, las nuestras, y los marines norteamericanos intentaban vencerlo por hambre incendiando las siembras.

En los Estados Unidos había quien bailaba el reciente boogie-woogie, pero la euforia de los locos años 20 había sido noqueada por los feroces golpes de la crisis del 29. La bolsa de Nueva York había caído a pique y en derrumbe había volteado los precios internacionales y estaba arrastrando al abismo a varios gobiernos latinoamericanos. En el despeñadero de la crisis mundial, la ruina del precio del estaño tumbaba al presidente Hernando Siles, en Bolivia, y colocaba en su lugar a un general, mientras el desplome de los precios de la carne y el trigo derribaban al presidente Hipólito Yrigoyen, en la Argentina, y en su lugar instalaba a otro general. En la República Dominicana, la caída del precio de la azúcar habría el largo ciclo de la dictadura del también general Rafael Leónidas Trujillo, que inauguraba su poder bautizando con su nombre a la capital y al puerto.

En el Uruguay, el Golpe de Estado iba a estallar tres años después. En 1930, el país sólo tenía ojos y oídos para el primer Campeonato Mundial de Fútbol. Las victorias uruguayas en las dos últimas olimpíadas, disputadas en Europa, habían convertido al Uruguay en el inevitable anfitrión del primer torneo.

Doce naciones llegaron al puerto de Montevideo. Toda Europa estaba invitada, pero sólo cuatro seleccionados europeos atravesaron el océano hacia estas playas del sur:

—Eso está muy lejos de todo —decían en Europa— y el pasaje sale caro.

Un barco trajo desde Francia el trofeo Jules Rimet, acompañado por el propio don Jules, presidente de la FIFA, y por la selección francesa de fútbol, que vino a regañadientes

Uruguay estrenó con bombos y platillos un monumental escenario construido en ocho meses. El estadio se llamó Centenario, para celebrar el cumpleaños de la Constitución que un siglo antes había negado los derechos civiles a las mujeres, a los analfabetos y a los pobres. En las tribunas no cabía un alfiler cuando Uruguay y Argentina disputaron la final del campeonato. El estadio era un mar de sombreros de paja. También los fotógrafos usaban sombreros, y cámaras con trípode. Los arqueros llevaban gorras y el juez lucía un bombachudo negro que le cubría las rodillas.

La final del Mundial del 30 no mereció más que una columna de veinte líneas en el diario italiano La Gazzetta dello Sport. Al fin y al cabo, se estaba repitiendo la historia de las Olimpíadas de Amsterdam, en 1928; los dos países del río de la Plata ofendían a Europa mostrando dónde estaba el mejor fútbol del mundo.

Como en el 28, Argentina quedó en segundo lugar. Uruguay, que iba perdiendo 2 a 1 en el primer tiempo, acabó ganando 4 a 2 y de consagró campeón. Para arbitra la final, el belga John Langenus había exigido un seguro de vida, pero no ocurrió nada más grave que algunas trifulcas en las gradas. Después, un gentío apedreó el consulado uruguayo en Buenos Aires.

El tercer lugar del campeonato correspondió a los Estados unidos, que contaban en sus filas con unos cuantos jugadores escoceses recién nacionalizados, y el cuarto puesto fue para Yugoslavia.

Ni un solo partido terminó empatado. El argentino Stábile encabezó la lista de goleadores, con ocho tantos, seguido por el uruguayo Cea, con cinco. El francés Louis Laurent hizo el primer gol de las historia de los mundiales, jugando contra México.



SELECCIONADO CAMPEÓN

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HISTORIA DEL FÚTBOL- PARTE IV: Mundial de Fútbol de Uruguay (1930)

Mundial de Fútbol de Uruguay (1930)

Además de Francia, Bélgica, Yugoslavia y Rumania, participaron México y Estados Unidos y seis selecciones de Sudamérica (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Perú y Uruguay). Se armaron cuatro grupos, uno con cuatro equipos y los restantes con tres. El primero de cada grupo clasificaba a las semifinales.
La idea era que todos los partidos se disputen en el estadio Centenario, construido para la ocasión. Sin embargo, al no haber finalizado la construcción del estadio, debido a las fuertes lluvias que precedieron al torneo, los primeros partidos debieron jugarse en otros estadios y el Centenario se inauguró en el sexto partido del campeonato.
En las semifinales Argentina venció a Estados Unidos por 6 a 1 (goles de Monti, Scopelli, Stábile y Peucelle, estos últimos en dos ocasiones; Brown descontó para el equipo norteamericano sobre el final del partido). La otra semifinal enfrentó al seleccionado local frente a Yugoslavia, con triunfo de Uruguay por 6 a 1. Los goles del equipo local los hicieron Iriarte, Cea en tres ocasiones y Anselmo en dos. Sekulic había abierto la cuenta para el seleccionado europeo al comienzo del partido. En este mundial no hubo partido por el tercer puesto, ya que Yugoslavia se retiró del mundial luego de la derrota con el equipo uruguayo, en forma de protesta por el arbitraje en la semifinal, donde le anularon un gol que era válido.
La final la jugaron Uruguay y Argentina. Se impuso el equipo local por 4 a 2 con goles de Dorado, Cea, Iriarte y Castro. Para el seleccionado argentino convirtieron Peucelle y Stábile.
Como anécdota, se puede desatacar que en la primera fase de este mundial se registró el partido con menos espectadores en la historia de los mundiales: el partido que Rumania venció a Perú por 3 a 1, el 14 de julio de 1930, en el estadio Pocitos de Montevideo con 300 espectadores.
Los candidatos para ser sede de este segundo mundial eran Italia y Suecia. El comité ejecutivo de la FIFA optó por Italia para que organice el segundo campeonato mundial de fútbol. La Asociación Uruguaya se había sentido muy ofendida por la escasa participación de seleccionados Europeos en su mundial por lo que decide no participar en el mundial de Italia, fue la primera y última vez que el campeón no se presentó a defender su título en el mundial siguiente.

HISTORIA DEL FÚTBOL-PARTEIII: DEL REINO UNIDO AL MU NDO

DEL REINO UNIDO AL MUNDO
Con el pasar de los años, el fútbol se expandió rápidamente en el Reino Unido. Se crearon las nuevas asociaciones de fútbol: la Scottish Football Association (Escocia, fundada en 1873), la Football Association of Wales (Gales, 1875) y la Irish Football Association (Irlanda, 1880).
¿Cómo llegó el fútbol al resto del mundo?
El fútbol, ya popular en las islas británicas, se fue extendiendo gracias a los trabajadores ingleses que viajaban a los distintos países como miembros de empresas mineras y financieras. Por esto, en el resto de los países europeos, el fútbol fue llegando a partir de las ciudades que tenían puertos con salida al mar. Los marineros ingleses llegaban a los puertos, practicaban este nuevo deporte y promovían su difusión.
Primeras asociaciones europeas – Creación de la FIFA
Los primeros países en crear sus asociaciones fueron los Países Bajos y Dinamarca en 1889. Luego, se sumaron las asociaciones de Nueva Zelanda (1891), Argentina (1893), Chile, Suiza y Bélgica (1895), Italia (1898), Alemania y Uruguay (1900), Hungría (1901), Noruega (1902) y Suecia (1904).
El gran crecimiento del fútbol a nivel mundial motivó la creación de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) el 21 de mayo de 1904. Las asociaciones fundadoras fueron: Bélgica, Dinamarca, España (como el Madrid FC), Francia, Países Bajos, Suecia y Suiza. Las cuatro asociaciones pertenecientes al Reino Unido se negaron a la creación del órgano mundial.
Italia, Inglaterra, Gales, Irlanda, Alemania, Austria y Hungría se afiliaron a la FIFA en 1905 y se comenzó a hablar del primer torneo oficial de selecciones a desarrollarse en 1906. La organización de este certamen falló por diversos problemas en las diferentes asociaciones.
El fútbol comenzó a mostrarse mediante exhibiciones en los Juegos Olímpicos de 1900, 1904 y 1906 (juegos intercalados), aunque era a nivel clubes. En 1908 se disputó la cuarta edición de las Olimpiadas en Londres y por primera vez el fútbol (organizado por la FA) estuvo presente como competencia, la medalla dorada quedó en manos de la selección británica.
Hasta 1909, la FIFA estuvo formada únicamente por asociaciones europeas. Los primeros miembros ajenos al viejo continente fueron: Sudáfrica en 1909/1910; Argentina y Chile en 1912 y EE UU en 1913. Este fue el comienzo de la actividad intercontinental de la FIFA. Se daba así el primer paso en el camino de la expansión.

El fútbol en los demás continentes
El fútbol sudamericano comenzó a organizarse en 1916, año de la creación de la Confederación Sudamericana y del primer Campeonato Sudamericano de Selecciones o Copa América.
Los demás continentes tardaron un poco más en crear sus organizaciones. En 1954 el fútbol europeo y asiático se organizaría en la UEFA y la Confederación Asiática de Fútbol respectivamente. En África, se fundaría la Confederación Africana de Fútbol en 1957; en América del Norte, la CONCACAF en 1961; y por último en Oceanía, la Confederación de Fútbol de Oceanía en 1966.
La FIFA se comprometió a hacerse cargo de la organización del torneo de fútbol en los Juegos Olímpicos.
En los juegos de París 1924, hubo un gran éxito en la organización, que incluyó la participación de 24 selecciones nacionales. No se hizo presente la selección inglesa, pero si compitieron la de Estados Unidos y Uruguay. Ésta obtuvo resultados impresionantes, con grandes goleadas a rivales europeos. Logró la medalla dorada y dio una muestra de cómo se jugaba al fútbol en Sudamérica.
En los juegos de 1928, la selección de Uruguay se volvió a imponer. En esta ocasión venció a la de Argentina. Luego de estos grandes éxitos la FIFA se preparaba para organizar su primera copa mundial, que fue en 1930, justamente, en Uruguay.
Luego de Primera Guerra Mundial, las denominadas Home Nations (Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales) se desafiliarían de la FIFA, pero volverían a formar parte del organismo internacional finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1946.
El 10 de mayo de 1947 se considera el resurgimiento de la FIFA y del fútbol mundial, gracias a la realización del encuentro amistoso entre la selección británica y un combinado de futbolistas europeos, en el denominado ''Partido del Siglo''. El encuentro se disputó en el Hampden Park, en Glasgow, Escocia y el combinado Británico ganaría en encuentro 6 a 1, ante 135.000 espectadores.

viernes, 11 de junio de 2010

El jugador en El fútbol a sol y a sombra de Eduardo Galeano

El jugador

Corre, jadeando, por la orilla. A un lado lo esperan los cielos de la gloria; al otro, los abismos de la ruina. El barrio lo envidia: el jugador profesional se ha salvado de la fábrica o de la oficina, le pagan por divertirse, se sacó la lotería. Y aunque tenga que sudar como una regadera, sin derecho a cansarse ni a equivocarse, él sale en los diarios y en la tele, las radios dicen su nombre, las mujeres suspiran por él y los niños quieren imitarlo. Pero él, que había empezado jugando por el placer de jugar, en las calles de tierra de los suburbios, ahora juega en los estadios por el deber de trabajar y tiene la obligación de ganar o ganar. Los empresarios lo compran, lo venden, los prestan; y él se deja llevar a cambio de la promesa de más fama y dinero. Cuanto más éxito tiene, y más dinero gana, más preso está. Sometido a disciplina militar, sufre cada día el castigo de los entrenamientos feroces y se somete a los bombardeos de analgésicos y las infiltraciones de cortisona que olvidan el dolor y mienten la salud. Y en las vísperas de los partidos importantes, lo encierran en un campo de concentración donde cumple trabajos forzados, come comidas bobas, se emborracha con agua y duerme solo. En los otros oficios humanos, el ocaso llega con la vejez, pero el jugador de fútbol puede ser viejo a los treinta años. Los músculos se cansan temprano:- Éste no hace un gol ni con la cancha en bajada.- ¿Éste? Ni aunque le aten las manos al arquero. O antes de los treinta, si un pelotazo lo desmaya de mala manera, o la mala suerte le revienta un músculo, o una patada le rompe un hueso de esos que no tienen arreglo. Y algún mal día el jugador descubre que se ha jugado la vida a una sola baraja y que el dinero se ha volado y la fama también. La fama, señora fugaz, no le ha dejado ni una cartita de consuelo.

HISTORIA DEL FÚTBOL - PARTE II

DESDE LA EDAD MEDIA, EL FÚTBOL EN EL REINO UNIDO
Se conocieron varios juegos de equipo similares a lo que hoy conocemos como fútbol. Uno de ellos era el mob football (fútbol multitudinario). No tenía reglas claras y se destacaba por el uso de una extrema violencia.
A partir del siglo XII, se pueden encontrar evidencias de algún tipo de fútbol similar al de hoy, practicado en Inglaterra. Se competía con grupos de diferentes fracciones o ciudades. Tenía una gran cantidad de participantes y las porterías podían estar separadas por grandes distancias. Estos juegos estaban asociados con el carnaval, por lo que se desarrollaban en climas festivos.
A mediados del siglo XIX, a partir de los distintos códigos existentes, se intentó crear un reglamento unificado, llamado Código Cambridge. Este reglamento era similar al del fútbol de hoy: no tocar la pelota con las manos y el objetivo era que el balón atraviese unos postes verticales y por debajo de una cinta que los unía.
De todos modos este aún no era el único código del fútbol de la época. También se conocía el Código Sheefield o Reglas de Sheefield que reemplazaba la cinta por el uso del travesaño (de material rígido) y agregaba distintos métodos de reanudación del juego, como tiros libres y saques de meta.
Nacimiento del fútbol moderno
El 26 de octubre de 1863 es considerado, por muchos historiadores, como el nacimiento del fútbol moderno ya que ese día las distintas escuelas que practicaban el deporte comenzaron a reunirse buscando la unificación de los reglamentos. Se logró el consenso de 11 de las 12 escuelas para la creación de un código universal del fútbol, el cual recibió el nombre de ''Football Association'' (asociación de fútbol). La escuela que se opuso a este reglamento fue la Blackheath, que se negaba a la prohibición de tocar el balón con las manos y del juego brusco. Este club se convertiría, más tarde, en el creador de otro deporte popular, el Rugby.
El primer partido oficial de fútbol se jugó en 1872 en Glasgow, fue un empate 0 a 0 entre las selecciones de Inglaterra y Escocia, cerca de 4000 espectadores asistieron a ese encuentro. Recién en 1908 el equipo inglés realizó una gira por Europa central enfrentando a equipos no pertenecientes al Reino Unido.
Entre 1871 y 1872 se propuso la creación de un torneo de clubes organizado por la FA. 12 fueron los equipos que se afiliaron a la ''Football Association'' y participaron del torneo más antiguo del fútbol mundial, la FA Cup, competencia que se sigue disputando, desde aquel momento, hasta la actualidad.

Apuntes de fútbol en Flores (Alejandro Dolina)

Apuntes de fútbol en Flores (Alejandro Dolina)

En un partido de fútbol caben infinidad de novelescos episodios.Allí reconocemos la fuerza, la velocidad y la destreza del deportista. Pero también el engaño astuto del que amaga una conducta para decidirse por otra. Las sutiles intrigas que preceden al contragolpe. La nobleza y el coraje del que cincha sin renuncios.

La lealtad del que socorre a un compañero en dificultades. La traición del que lo abandona. La avaricia de los que no sueltan la pelota. Y en cada jugada, la hidalguía, la soberbia, la inteligencia, la cobardía, la estupidez, la injusticia, la suerte, la burla, la risa o el llanto.

Los Hombres Sensibles pensaban que el fútbol era el juego perfecto, y respetaban a los cracks tanto como a los artistas o a los héroes.

Se asegura que los muchachos del Ángel Gris tenían un equipo. La opinión general suele identificarlo con el legendario Empalme San Vicente, conocido también como el Cuadro de las Mil derrotas.

Según parece, a través de modestas giras, anduvieron por barriadas hostiles, como Temperley, Caseros, Saavedra, San Miguel, Florencio Varela, San Isidro, Barracas, Liniers, Nuñez, Palermo, Hurlingham o Villa Real.

El célebre puntero Héctor Ferrarotti llevó durante muchos años un cuaderno de anotaciones en el que, además de datos estadísticos, hay noticias muy curiosas que vale la pena conocer.

En Villa Rizzo, todos los partidos terminan con la aniquilación del equipo visitante. Si un cuadro tiene la mala ocurrencia de ganar, su destrucción se concreta a modo de venganza. Si el resultado es una igualdad, la biaba obra como desempate. Y si, como ocurre casi siempre, los visitantes pierden, la violencia toma el nombre de castigo a la torpeza.

En ciertas ocasiones, los partidos deben suspenderse por la lluvia u otras circunstancias. En ningún caso se extrañará la estrolada, que llegará sin fútbol previo, pura, ayuna de pretextos.

- En Caseros hubo una cancha entrañable que tenía un árbol en el medio y que estaba en los terrenos de una casa abandonada.

- En un potrero de Palermo, había oculta entre los yuyos una canilla petisa que malograba a los delanteros veloces.
- Cierto equipo de Merlo jugaba con una pelota tan pesada que nadie se atrevió nunca a cabecearla.
- En un lugar preciso de la cancha de Piraña acecha el demonio. A veces los jugadores pisan el sector infernal, adquieren habilidades secretas, convierten muchos goles, triunfan en Italia, se entregan al lujo y se destruyen.

Otras veces los jugadores pisan al revés y se entorpecen, juegan mal. son excluídos del equipo, abandonan el deporte, se entregan al vicio y se destruyen. Hay quienes no pisan jamás el coto del diablo y prosiguen oscuramente sus vidas, padecen desengaños, pierden la fé y se destruyen.

Conviene no jugar en la cancha de Piraña.Las últimas páginas del cuaderno de Ferrarotti contienen historias ajenas. Algunas de ellas muestran un conmovedor afán literario. Veamos.

El Tipo que Pasaba por Ahí

Suele ocurrir en los equipos de barrio que a la hora de comenzar el partido faltan uno o dos jugadores. Casi siempre se recurre a oscuros sujetos que nunca faltan en la vecindad de los potreros. El destino de estos individuos no es envidiable. Deben jugar en puestos ruines, nadie les pasa la pelota y soportan remoquetes de ocasión, como Gordito, Pelado o Celeste, en alusión al color de su camiseta. Si repentinamente llega el jugador que faltaba, se lo reemplaza sin ninguna explicación y ya nadie se acuerda de su existencia.

Pero una tarde, en Villa del Parque, los muchachos del Ciclón de Jonte completaron su formación con uno de estos peregrinos anónimos. Y sucedió que el hombre era un genio. Jugaba y hacía jugar. Convirtió seis goles y realizó hazañas inolvidables. Nunca nadie jugó así. Al terminar el partido se fue en silencio, tal vez en procura de otros desafíos ajenos.

Cuando lo buscaron para felicitarlo, ya no estaba. Preguntaron por él a los lugareños, pero nadie lo conocía. Jamás volvieron a verlo.Algunos muchachos del Ciclón de Jonte dicen que era un profesional de primera división, pero nadie se contenta con ese juicio. La mayoría ha preferido sospechar que era un ángel que les hizo una gauchada. Desde aquella tarde, todos tratan con más cariño a los comedidos que juegan de relleno.

El Referí Demasiado Justo

El colorado De Felipe era referí. Contra la opinión general que lo acreditó como un bombero de cartel, quienes lo conocieron bien juran que nunca hubo un árbitro más justo. Tal vez era demasiado justo.

De Felipe no sólo evaluaba las jugadas para ver si sancionaba alguna infracción: sopesaba también las condiciones morales de los jugadores involucrados, sus historias personales, sus merecimientos deportivos y espirituales. Recién entonces decidía. Y siempre procuraba favorecer a los buenos y castigar a los canallas.

Jamás iba a cobrarle un penal a un defensor decente y honrado, ni aunque el hombre tomara la pelota con las dos manos. En cambio, los jugadores pérfidos, holgazanes o alcahuetes eran penados a cada intervención. Creía que su silbato no estaba al servicio del reglamento, sino para hacer cumplir los propósitos nobles del universo. Aspiraba a un mundo mejor, donde los pibes melancólicos y soñadores salen campeones y los cancheros y compadrones se van al descenso.

Parece increíble. Sin embargo, todos hemos conocido árbitros de locura inversa, amigos o lacayos de los sobradores, por temor a se sus víctimas . Inflexibles con los débiles y condescendientes con los matones. Una tarde casi lo matan en Ciudadela. Los Hombres Sensibles de Flores lamentaron no haber estado allí, para hacerse dar una piña en su homenaje.

Instrucciones para elegir en un picado

Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos. Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a sus futuros compañeros.

Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos. Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida. Sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas adevertirán su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada.

Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades.

Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces.

El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán. Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.

El último partido de Rosendo Bottaro

Había jugado muchos años en primera. Ahora, los muchachos lo habían convencido para que integrara un cuadro de barrio en un torneo nocturno.

-Con usted Bottaro no podemos perder...

Bottaro no era un pibe, pero tenía clase. Confiaba en su toque, en su gambeta corta, en su tiro certero. Su aparición en la cancha mereció algún comentario erudito:

-Ese es Bottaro, el que jugó en Ferro, o en Lanús...

Se permitió el lujo de unos malabarismos truncos antes de empezar el partido. La noche era oscura y fría. Las tristes luces de la cancha de Urquiza dejaban amplias llanuras de tinieblas donde los wines hacían maniobras invisibles.

En la primera jugada, Bottaro comprendió que estaba viejo. Llegó tarde, y él sabía que la tardanza es lo que denuncia a los mediocres: los cracks llegan a tiempo o no se arriesgan.

Pero no se achicó. Fue a buscar juego más atrás y no tuvo suerte. Se mezcló con los delanteros buscando algún cabezazo y la pelota volaba siempre alto.

Apeló a su pasta de organizador: gritó con firmeza pidiendo calma o preanunciando jugadas, pero sus vaticinios no se cumplieron. Ya en el segundo tiempo, dejó pasar magistralmente una pelota entre sus piernas pero el que lo acompañaba no entendió la agudeza.

Después se sintió cansado. Oyó algunas burlas desde la escasa tribuna. En los últimos minutos no se vio. A decir verdad, cuando terminó el partido, ya no estaba. Lo buscaron para que devolviera su camiseta, pero el hombre había desaparecido. Algunos pensaron que se había extraviado en las sombras del lateral derecho.

Esa noche, unos chicos que vendían caramelos en la estación vieron pasar por el caminito de carbonilla a un hombre canoso vestido con casaca roja y pantalón corto.

Dicen que iba llorando.

Los Refutadores de Leyendas definen el fútbol como un juego en que veintidós sujetos corren tras de una pelota. La frase, ya clásica, no dice mucho sobre el fútbol, pero deschava sin piedad a quien la formula. El mismo criterio permite afirmar que las novelas de Flaubert son una astuta combinación de papel y tinta. ¡Líbrenos Dios de percibir el mundo con este simple cinismo! El fútbol es -yo también lo creo- el juego perfecto.

Hoy que el destino ha querido hacernos campeones mundiales, conviene decirlo apasionadamente.

Lejos de las metáforas oficiales que nos invitan a seguir el ejemplo de nuestros futbolistas para encontrar el destino nacional, yo apenas cumplo con homenajear a Bottaro, a Ferrarotti, a Luciano, a los miles de pioneros atorrantes que impartieron una ética, una estética, tal vez una cultura, cuyo inapelable resultado son los goles superiores, memorables, excelentísimos de Diego Maradona.

Del libro: "Crónicas del Ángel Gris", de Alejandro Dolina, 1996, Ed: Colihue

El fútbol de Eduardo Galeano en "El Fútbol a sol y sombra"

La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí.

En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez.

El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohibe la osadía.

Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.

HISTORIA DEL FÚTBOL-PARTE I: ANTECEDENTES SOBRE JUEGOS CON PELOTA

Historia del Fútbol
El fútbol, hoy considerado ''deporte más popular del mundo'', fue inventado por los ingleses. No obstante, el verdadero origen de este deporte, nos remonta a las antiguas civilizaciones e imperios donde podemos encontrar varios antecedentes sobre juegos cuyo objeto era una pelota.

IMPERIO CHINO
Denominación del juego: Tsu Chu
Características:
• Se buscaba patear el balón a través de una pequeña red abierta, confeccionada con cañas de bambú. Se ubicaba a aproximadamente 9 metros del suelo y no se permitía tocar el balón con las manos.
• Luego de un exhaustivo estudio, análisis y debate entre historiadores deportivos y académicos, en julio de 2004, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, reconoció que el primer antecedente del fútbol tiene sus orígenes en este complejo deporte.

JAPÓN
Denominación del juego: Kemari o Kenatt
Características:
• Se jugaba con un balón de cuero de ciervo. Consistía en evitar que la pelota toque el suelo haciendo malabares con los pies o pases de uno a otro.
• Este juego se sigue jugando en la actualidad (en algunos festivales) a partir de la creación de una asociación formada en 1903 para su de este juego.

IMPERIOS GRIEGO Y ROMANO
• Existieron juegos similares. No tenían un reglamento claro y avanzado como el fútbol actual y probablemente en algunos se podían utilizar tanto las manos como los pies.

ANTIGUAS CIVILIZACIONES PREHISPÁNICAS (aztecas y mayas)
Denominación del juego:Tlachtli
Características:
• Consistía en pasar una pelota dura (bola de ulli) a través del tlachtemalácatl (un aro de piedra). No se podía tocar con las manos o pies y se lanzaba con la cadera, lo que requería una gran habilidad.
• Este juego era practicado por los jefes principales, guerreros y sacerdotes. Si la pelota pasaba a través del tlachtemalácatl se ganaba el juego. Se otorgaban puntos por derribar o herir con la bola de ulli a un contrario.
• Pertenecía a los dioses. La sangre derramada en el campo de juego era una ofrenda y los participantes no dudaban en ofrecer a los dioses su tesoro más preciado, la vida humana.

jueves, 20 de mayo de 2010

EXPLORANDO LA COMUNICACIÓN

De modo que, por la mañana yo me levantaba de mi peine (cama), me vestía y me sentaba en el mueble (silla) y pensaba cómo podía llamar a las demás cosas.
A la cama, la llamaba peine.
Al televisor, libros.
A la mesa de luz, ventana.
A la ventana, perfume.
A los libros, mesa de luz.
A la ropa, almohadón.
Al perfume, ventana.
Al peine, televisor.
A las sábanas, ropa.
Al almohadón, cama.
Al despertador, sega.
Al placard, techo.
Al techo, placard.
Al dentífrico, inodoro.
Al inodoro, dentífrico.
Al espejo, cepillo de dientes.
Al cepillo de dientes, espejo.
A los chuflines, cepillo.
Al cepillo, chuflines.
De modo que, por la mañana, yo me quedaba un largo rato tendida en el peine (cama); a las nueve sonaba el sega (despertador), me levantaba y me sentaba en el peine (cama) con una cama (almohadón) sobre los pies.
Luego, buscaba en mi techo (placard) mi almohadón (ropa), me vestía, jugaba un rato al despertador (sega) y hojeaba lentamente una de mis mesas de luz (libro). Después, prendía los libros (televisor), me asomaba por el perfume (ventana) y me tiraba un poco de ventana (perfume), para oler bien. Antes de irme, me iba al baño a cepillarme los dientes con el espejo (cepillo de dientes) y le ponía un poco de inodoro (dentífrico). Me miraba en el cepillo de dientes (espejo), me peinaba con los chuflines (cepillo) y me ponía cepillos (chuflines) en el pelo.
Me parecía divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para ese entonces, todo tenía nombre nuevo: yo ya no era una chica sino, una mano, y la mano un día, y un día la vida.
Cami Codega

De modo que por la mañana me levantaba de mi lámpara (armario) y me preguntaba cómo llamaría a las otras cosas.
A la cama la llamaba lámpara.
Al televisor lo llamaba silla.
Al escritorio le decía inodoro.
A mi hermana, heladera.
A la alfombra, armario.
Al dvd, alfombra.
Y al armario, cartuchera.
De modo que, todas las mañanas, me levantaba de mi lámpara (cama),encendía la silla (tv), y me sentaba en mi inodoro(escritorio )a terminar la tarea. Cuando se levantaba mi heladera (hermana) le alcanzaba su ropa de la cartuchera (armario) y me sentaba en el dvd (alfombra)a ponerle las zapatillas y a leer. Me pintaba las uñas, ordenaba un poco, comía y me iba a la escuela.
A mí me parecía entretenido, pero, cuando lo hacía en la escuela la profesora se enojaba -¡la mesa es una mesa, la silla es silla, la tiza es tiza! me gritaba. Obviamente, yo me ponía a llorar, porque el llanto no era llanto, el llanto era risa.

Sofi...!


De modo que, por la mañana, yo me levantaba de la tele, me vestía, me sentaba en la ventana, frente a la mesita de luz, y pensaba cómo llamaría a las demás cosas.
A la ventana la llamaba cama.
A la cama, tele.
Al tele, mesita de luz.
A la mesita de luz, equipo de música.
Al equipo de música, almohada.
A la almohada, cortina.
A la cortina, estantería.
A la estantería, puerta.
A la puerta, puff.
Y, al puff, ventana.
De modo que, por la mañana, yo me levantaba de la ventana, daba vueltas por mi casa, volvía a mi habitación, abría la estantería y dejaba que pase la luz por puff. Después hacía la tele y me sentaba en la ventana. Más tarde, me acostaba colocando la cabeza en la cortina mientras miraba la mesita de luz. Luego, la apagaba, me ponía a escuchar música de la almohada, agarraba el desodorante de la puerta y me iba de mi habitación, cerrando mi puff.
ENZO A.

De modo que, me levanté, por la mañana de mi ventana y pensé cómo podría llamar a las demás.
A la cama la llamé, ventana;
a l placard, cortina;
a la lámpara, foco;
al reloj, sillón;
a la almohada, póster;
a la frazada, puerta;
a la radio, fotos;
al cuadro, ropa;
a la guitarra, perfume;
y al sillón, CD.
De modo que, por la mañana, me levanté de mi ventana (cama), me quité la puerta (frazada) de encima y agarré el póster (almohada) para acomodar los pies; me fijé la hora en el sillón (reloj) y como ya era tarde fui para la cortina (placar) a buscar un pantalón e irme; apagué el foco (lámpara), la foto (radio) y me tiré en el CD (sillón), mirando una ropa (cuadro). Así, pasé toda la tarde tocando el perfume (guitarra).
Me pareció divertido cambiarle el nombre a la cosas. Ya para entonces tenía nombre nuevo, yo ya no era una chica sino un pie, y el pie era una mañana y la mañana era una chica.

Pamela Machó


De modo que, por la mañana, yo me levantaba de mi mesa de luz (cama), me vestía, me peinaba frente al escritorio (espejo), y me trataba de acordar cómo llamar a las demás cosas.
A la cama la llamaba mesa de luz.
Ala cómoda, puerta.
Al despertador, televisor.
A la ventana, cama.
A la mesa de luz, ropero.
A la puerta, cómoda.
Al escritorio, ventana.
Al escritorio, espejo.
Al ropero, despertador.
De modo que, por la mañana, sonaba el televisor (despertador), me levantaba de la mesa de luz (cama), abría la cama (ventana), agarraba el cepillo del pelo de arriba de la puerta (cómoda), me peinaba mirándome en el escritorio (espejo) colgado en la pared, tendía la mesa de luz (cama), me vestía e iba a desayunar.
Me parecía todo muy divertido. Y, me pasaba todo el día tratando de recordar las nuevas palabras.

Iara Chiaro


De modo que, por la mañana, yo me levantaba de mi remera, me vestía, me ponía mi piso y me sentaba en mi remera pensando cómo podría llamar a las demás cosas.
A la computadora la llamaba cortina.
A la impresora la llamaba computadora.
A las fotos las llamaba cajas.
A la cama la llamaba remera.
A la ventana la llamaba impresora.
Al armario lo llamaba ventana.
A la revista la llamaba cajones.
A los cajones los llamaba pósters.
Al desodorante lo llamaba piso.
A la alfombra, desodorante.
De modo que, por la mañana me levantaba de mi remera, me ponía mi piso, abría las revistas, sacaba mi ropa y me ponía mi cama. Prendía la cortina, apagaba la computadora, veía mis cajas, caminaba por el desodorante, me ponía los cajones y me iba a la escuela.
Juan Lanciotti

De modo que, por la mañana, me levantaba del armario y me ponía a ver películas en la pelota, mientras estaba cambiándome con la ropa que saqué de la silla y pensando cómo llamar a las demás cosas.

_A la cama la llamaba armario.
_A la computadora, parlantes.
_Al armario, silla.
_A la pelota, mesa.
_A la silla, cama.
_A la tv, pelota.
_A la play, mochila.
_A la mochila, tele.
_Y, a los parlantes los llamaba Play.
De modo que, por la mañana, me levantaba sobre el armario, me ponía a ver películas en la pelota, mientras me cambiaba con la ropa que había sacado de la silla. Me sentaba en la cama y jugaba al pro skater3 en la mochila. Luego, me apoyaba en la compu, prendía los parlantes y me ponía a hacer la tarea que estaba en la tele. Al rato, comía y me iba a la escuela.

Enzo Viveros



De modo que, por la mañana, yo me levanté de mi tv, me vestí, me senté en mi silla, frente a la mesa y me pregunté cómo podría llamar a las demás cosas.
A la cama la llamé TV.
A la tv, pelota.
A la pelota, cama.
A la ventana, mochila.
A la cortina, ropero.
A la paleta, campera.
Al ropero, cortina.
A la ropa, paleta.
A la campera, ventana.
Y, a la mochila la llamé ropa.
De modo que, por la mañana, me levanté y me quedé un largo rato acostado en la tv; a las nueve, sonó el despertador, me levanté y me paré sobre el piso. Después, busqué mi paleta en la cortina, me vestí y me miré en el espejo que está colgado en la pared. Más tarde, me senté en la silla que está frente a la mesa, miré el álbum fotográfico y me detuve frente al retrato de mi madre.
A mí me pareció divertido. Me pasé todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Llegó un momento en que todo tuvo nombre nuevo: yo ya no era un chico, era un pie y mi pie era una mañana, y la mañana mi chico

Facundo Sotelo


De modo que, por la mañana, me levanté y abrí el cuadernito donde tenía anotado los nombres de las cosas.
A la cama, le puse silloncito.
Al placard, mesita de luz.
A la mesita de luz, mesa de TV (sin TV).
A la mesa de TV le puse, placard.
Al silloncito, muñeca vieja.
A la ventana le puse puerta.
A la puerta, espejo.
A los pósters, ventana.
Al espejo, pósters.
Y, a la muñeca vieja, cama.
De modo que, a la mañana, me levanté de mi silloncito (cama). Me asomé a la puerta (ventana) y la abrí para ver si hacía mucho frío. Y, como el día estaba muy frío, pensé en qué me iba a poner; abrí mi mesita de luz (placard) y me vestí. Luego, fui al baño, me cepillé los dientes, me peiné, crucé mis pósters (puerta), me miré en mi puerta (espejo) para saber si estaba bien peinada, y agarré mi perfume, que estaba arriba de mi placard (mesa de TV). Me puse mis zapatillas, aplastando mi cama (muñeca), que estaba arriba de mi muñeca vieja (silloncito), y me fui a desayunar. De pronto, escuché un ruido, fui a mí pieza y noté que se había caído mi ventana (pósters).
Después almorcé y agarré mi mochila que estaba arriba de mi mesa de TV (mesita de luz) y me fui a la escuela.
A mí me pareció todo muy divertido. Ya para ese entonces todo había cambiado de nombre.

CARLA


De modo que, por la mañana, me levanto de la ducha (cama), enciendo el cepillo de dientes (radio) y me pregunto cómo puedo llamar a las demás cosas…
A la cama la llamo ducha.
A la radio, cepillo de dientes.
A la ducha, espejo.
Al placard, perfume.
A la ventana, colectivo.
Al espejo, radio.
Al peine, botella.
Al perfume, ventana.
A la botella, placard.
Y, al colectivo, lo llamo cama.
De modo que, por la mañana, me levanto de la ducha (cama), enciendo el cepillo de dientes (radio), voy al baño, me lavo la cara, tomo mi peine (cepillo de dientes) y me lavo los dientes. Me meto al espejo (ducha) y tomo un baño. Salgo del espejo (ducha) y voy hacia el perfume (placard), a escoger la ropa que voy a llevar a la escuela –no sin antes tocar el colectivo (ventana)para saber si hace mucho frío-. Luego, me pongo frente a la radio (espejo), tomo la botella (peine) y decido qué peinado me voy a hacer. Después busco la ventana y me baño en mi fragancia favorita. Voy a almorzar, lleno mi placard (botella) con agua y espero que llegue la cama (colectivo) para ir a la escuela.
A las siete y diez de la tarde ya estoy en casa de nuevo. Enciendo la tele y miro mi programa favorito. Más tarde cenamos.
Ya en mi habitación, me miro a la radio (espejo) para acomodarme el pelo. Me pongo el pijama, enciendo la el cepillo de dientes (radio) y me acuesto a dormir.
A mí me parece divertido. Me paso todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ahora todo tiene nombre nuevo: yo ya no soy una chica sino un pie, y el pie es una mañana y la mañana es una chica…

Luu Arozz


De modo que por la mañana me levantaba de la computadora, me vestía, me sentaba en el retrato frente a los posters y me preguntaba cómo podía llamar a las demás cosas:
A la cama, computadora.
A la tele, ropero.
Al sillón, retrato.
A la puerta, cómoda.
El reloj, puerta.
A la cómoda, cortina.
A los posters, pizarrón.
A la cortina, cajonera.
A la cajonera, alfombra.
De modo que, por la mañana, me quedaba un largo rato tendida en la computadora; a las nueve, sonaba la puerta, me levantaba y me paraba sobre la cajonera; luego, buscaba mi ropa en la tele y miraba el pizarrón colgado en la pared.
A mí me parecía divertido. Me pasaba todo el día tratando de retener las nuevas palabras. Ya para entonces todo tenía nombre nuevo: yo ya no era una chica si no un pie, y el pie era una mañana y la mañana era una mujer.

Cinthia Rosales

De modo que por la mañana, me levantaba del perchero (cama), me vestía, me sentaba en la mesa de luz (puff) y me preguntaba cómo llamaría a las demás cosas.
A la ventana la llamaba peluches.
A la puerta, lámpara.
A la mesa de luz, canasto.
A la biblioteca, puff.
A los peluches, cama.
A la lámpara, puerta.
Al perchero, ventana
Al canasto, biblioteca.
A la cama, perchero.
Y al puff, mesa de luz.

De modo que, por la mañana, me levantaba del perchero (cama), me vestía, buscaba en el canasto (mesa de luz) unos chuflines y me peinaba. Tomaba un libro del puff (biblioteca) y me sentaba en la mesa de luz (puff). Luego, ordenaba la cama (peluches) y la colocaba en la repisa; colgaba la campera en la ventana (perchero), guardaba los zapatos en la biblioteca (canasto) y, después de tanto trabajo, miraba por los peluches (ventana) la oscuridad de la noche que, inexplicablemente, ya estaba ahí. Cansada, entonces, cerraba la lámpara (puerta), me acostaba en el perchero (cama) y apagaba la puerta (lámpara), para el día siguiente volver a comenzar.
Sofía Callejo

De modo que, por las mañanas, me levanto de mi lámpara, me visto, me siento en mi almohada y les cambio el nombre a las cosas.

A la cama la llamo lámpara.
A la biblioteca la llamo cama.
Al armario lo llamo televisión.
Al celular lo llamo armario.
A la lámpara la llamo mochila.
A la televisión la llamo pantufla.
Al peluche lo llamo baúl.
Al baúl lo llamo celular.
A la mochila la llamo biblioteca.
A las pantuflas las llamo peluches.

De modo que, por las mañanas, me levanto de mi lámpara, me fijo la hora en el armario y lo pongo sobre la cama, abro la televisión y me visto. Luego, reviso la biblioteca y la meto en el celular; pasado un tiempo, almuerzo y voy a la escuela; al volver, dejo la biblioteca sobre la lámpara y espero la cena. Luego de cenar, prendo la pantufla y me pongo el pijama. Por último, me acuesto en la lámpara hasta dormirme.
AISHA

De modo que, por la mañana, me levantaba y pensaba cómo podría llamar a las demás cosas.
Al reloj lo llamaba computadora.
Al escritorio, ventana.
A la computadora, placard.
A la silla la llamaba espejo.
A la cama, tv.
A la tv la llamaba mesa.
A la mesa, silla.
Al espejo pared
Al placard, puerta.
A la ventana, techo.
Al perfume, shampoo.
De modo que, por la mañana, me quedaba un rato en la tv (cama); a las 8:30 sonaba la computadora (despertador) y ahí me levantaba. Después desayunaba y cuando terminaba abría la ducha, subía a buscar la ropa en la puerta (placard), bajaba, me bañaba, cerraba el placard (puerta) y me vestía. Al terminar, me miraba en la pared (espejo) y me ponía shampoo (perfume). Después, me iba, un rato, al placard (computadora) que estaba arriba de la ventana (escritorio). Luego miraba un rato la mesa (tv). Después comía y, por último, me iba a la escuela.
JULI

De modo que, aburrida de que toda sea siempre igual, decido cambiarle los nombres a las cosas de mi cuarto:
Al despertador lo llamo mochila;
a la cama, placar;
a la alfombra, espejo;
a la ventana, mesita de luz;
al espejo cama;
a la mochila, ventana;
al celular, repisa;
al placar, reloj;
y a la mesita de luz, mochila.
De modo que por la mañana suena la mochila (despertador) lo apago y me quedo recostada un rato más en el placard (cama).Piso el espejo (alfombra) y abro la mesita de luz (ventana) para que entre aire. Voy al baño y me peino. Miro la repisa (celular) para ver qué hora es y me dirijo al reloj (placar) para cambiarme. Abro la mochila (mesita de luz) para sacar cosas e irme a la escuela. A mí me parecía muy divertido.
Micaela García

viernes, 14 de mayo de 2010

DESANDANDO LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN...

MENSAJE-DIBUJO
¿CÓMO HABRÁ SIDO ESO DE COMUNICAR LAS IDEAS A TRAVÉS DE DIBUJOS?

"EL MUNDO" de EDUARDO GALEANO EN IMÁGENES

LAS IDEAS A TENER EN CUENTA EN EL "RELATO-DIBUJO" ERAN 3:
-UN HOMBRE COLOMBIANO SUBIÓ AL ALTO CIELO.
-DESDE ALLÍ VIO EL MUNDO
-REGRESÓ Y CONTÓ QUE ÉRAMOS UN MAR DE FUEGUITOS (FUEGOS BOBOS, TONTOS, DE TODOS LOS COLORES, ALEGRES, QUE ARDEN LA VIDA)

A-


B-

C-

D-



E-


F-



G-



H-




I-


J-


K-


L-

M-


N-



Ñ-




O-





P-



Q-



R-